Los adolescentes y jóvenes, por la naturaleza propia de la etapa en la que se encuentran, pondrán a prueba la autoridad de los padres, madres o tutores a cargo, se saltarán las normas y pedirán límites de muchas maneras, desde el comportamiento al rendimiento escolar o la falta de implicación en las obligaciones y tareas del hogar, con comportamientos sociales no adecuados, etc.
¿Qué son los límites y las normas?
Los límites, son líneas rojas que los padres, madres o tutores, determinan necesarias para la convivencia en las relaciones familiares y para facilitar el funcionamiento de un hogar. Por ejemplo, si uno de los hijos nos falta al respeto gritándonos o insultándonos, nos está pidiendo un límite y un posicionamiento contundente. Le debemos transmitir que nos ha hecho daño con este comportamiento y debemos mostrarle nuestro malestar o enfado sin caer en sus provocaciones. En un caso así se debe poner un límite proporcional “hasta que no te disculpes te quedas en la habitación, sin ordenador, ni móvil, ni consolas. Ya que nos falta al respeto, le debemos hacer responsables de sus actos y asumir las consecuencias. Tienen que ver que tenemos sentimientos sin dejar de lado nuestra autoridad.
Las normas, ayudan a conseguir la implicación de los adolescente y jóvenes a respetar la autoridad de los padres, madres o referentes, así como la realización de las tareas de una casa, el cumplimiento de las obligaciones escolares y la gestión de las necesidades personales. Por ejemplo, una de las situaciones más comunes en la que nos encontramos es la puntualidad. Cuando un adolescente nos pide permiso para salir, pactamos una hora de regreso. Si llega cinco minutos tarde, puede que no pase nada, pero si llega media con media hora de retraso, ya no se cumple la norma de puntualidad. El límite en es estas circunstancias podría ser que el próximo día no tenga permiso para salir.
Los adolescentes y jóvenes, necesitan límites, normas y unas obligaciones mínimas que se tienen que cultivar en el ámbito familiar. Esto les ayuda a tomar conciencia de la importancia de la responsabilidad y el respeto por los demás, a entender los valores en las relaciones familiares y sociales. Es una de las formas en que asimilan hábitos de higiene personal, orden en sus cosas y a dar valor a los beneficios materiales de los que puedan disponer.
Debemos encontrar un equilibrio entre sus necesidades de ocio, modas y cientos privilegios materiales. Si nos piden un teléfono móvil ¿Qué les pediremos a cambio? ¿estamos dispuestos a gestionar el uso del móvil? ¿estableceremos un horario de uso al día? ¿condicionaremos el privilegio de tener un móvil al cumplimiento de unas tareas concretas que si no se cumplen se retira? Estas preguntas son ejemplos de posibles límites y normas que pueden ayudar al adolescente a valorar las cosas y a nosotros a educar en valores, conseguir resultados y aproximarnos emocional y afectivamente.
Con los y las adolescentes y jóvenes, las normas se les tienen que explicar y razonar, no hace falta darles discursos sobre la conveniencia de las mismas, evitemos la imposición dejando claro el porqué de estas. Es más fácil para ellos y ellas asimilar las cosas cuando tienen claras las directrices de su casa. Nos tenemos que mostrar firmes y contundentes, pero a la vez presentes, amorosos y cercanos. Recordemos que somos sus referentes.
CAYAC